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"Un puente lejano", por Cornelius Ryan, Plaza &Janés, Barcelona, 1978

"Todo un hombre", de Tom Wolfe 27 enero 2000
   

Una guerra demasiado cercana
Por Mitus
Nota biográfica sobre Cornelius Ryan

Frente a otras narraciones de tema bélico que, al igual que la que ahora comentamos, ganaron su popularidad gracias al cine (como El día más largo, del mismo autor), Un puente lejano posee algunas características que le prestan un interés añadido. En primer lugar, no se trata del habitual retrato victorioso de una hazaña aliada, sino de una seria derrota sufrida por británicos y americanos frente a un enemigo alemán al que se suponía colapsado tras los rápidos avances posteriores al desembarco de Normandía. Además, el lector advertirá muy pronto la diferencia entre el tratamiento cinematográfico -con su correspondiente galería de tópicos, sin que ello desmerezca el valor de la película- y la minuciosa reconstrucción de los hechos que, con insólito perfeccionismo, realiza Cornelius Ryan.

Si bien la técnica narrativa se aproxima a la de una novela, Un puente lejano es en realidad la crónica histórica de uno de los episodios más violentos y desconocidos de la segunda guerra mundial, teniendo en cuenta que supuso la destrucción casi total de la 1ª División Aerotransportada británica. El libro sugiere con perversidad que la terrible batalla fue un tributo del comandante supremo Eisenhower a la soberbia del mariscal Montgomery, héroe británico del desierto tras su victoria en 1943 sobre el Afrika Korps de Rommel. Es fácil indagar en las causas de un fracaso cuando éste ya se ha producido, pero lo cierto es que Market Garden surge tras una fuerte pugna entre las dos "estrellas" del mando aliado a finales del verano de 1944: el americano Georges Patton y el británico Bernard Montgomery. Luchando ambos contra un enemigo en franca retirada, los dos deseaban que se les adjudicaran los recursos necesarios para asestar a Hitler el golpe de gracia, mediante un ataque fulgurante que penetrara en Alemania. No era posible abastecerlos simultáneamente, debido a las colapsadas líneas de abastecimiento aliadas, y por otro lado Eisenhower parecía más partidario de mantener un "frente amplio" que arriesgarse al rápido avance al que, por razones opuestas, le instaban Patton y Montgomery.

Finalmente, acosado por la necesidad de mantener un equilibrio político en la dirección de la guerra, y por el deseo de hacer entrar en acción a su ejército aerotransportado, Eisenhower da su aprobación a un audaz plan de Monty: la invasión de Holanda, simultáneamente por tropas aerotransportadas y terrestres, con el objetivo final de establecer una cabeza de puente una vez cruzado el Rhin. De ese modo la guerra podría finalizar "por Navidad". Así fue concebida Market Garden, que constaba en realidad de dos fases cuya coordinación resultaba esencial para el éxito. Por una parte, las tropas aerotransportadas (Market) debían apoderarse de los puentes situados a lo largo de los cien kilómetros de carretera entre Eindhoven y Arnhem; por otra, fuerzas terrestres (Garden) debían cubrir en dos días el trayecto entre dichas ciudades para enlazar con las divisiones Market. Para la primera fase fueron designadas la 82ª División aerotransportada de Estados Unidos, al mando del general Gavin, la 101ª aerotransportada americana del general Taylor, y la 1ª aerotransportada británica del general Robert Roy E. Urquhart (a la que se agregó la brigada polaca del general Sosabowski), esta última con la misión de capturar y mantener el vital puente de Arnhem sobre el Rhin. En la gigantesca invasión por aire participaría un total de 35.000 hombres. En cuanto a la invasión terrestre de Holanda, era responsabilidad del poderoso XXX Cuerpo de ejército del general. Horrocks. Y todo debía ser minuciosamente planificado en el plazo de una semana.

La primera parte del relato detalla las primeras reticencias que el plan suscitó en algunos oficiales, en especial en el comandante del I Cuerpo Aerotransportado británico, teniente general Frederik Browning, cuya conversación con Montgomery da título al libro:

(...) Señalando el puente más septentrional sobre el Bajo Rhin, en Arnhem, preguntó: "¿Cuánto tiempo tardarán los blindados en llegar hasta nosotros?" Montgomery respondió vivamente: "Dos días". Sin levantar la vista del mapa, Browning dijo: "Podemos conservarlos durante cuatro." Luego, añadió: "Pero, señor, creo que tal vez sea irnos a un puente demasiado lejano."

Con gran habilidad, Cornelius Ryan va introduciendo las circunstancias que conducirán al desastre. Los transportes son insuficientes para la gigantesca fuerza que debe lanzarse sobre sus objetivos, así que la invasión aérea deberá prolongarse durante tres días, durante los que será esencial disponer de condiciones meteorológicas favorables. Los puentes deberán ser tomados intactos, pues si son destruídos por los alemanes todo el plan queda en evidencia. Por último, las informaciones sobre la potencia y calidad del enemigo resultan estar trágicamente equivocadas: los aliados cuentan con encontrar poca o ninguna resistencia, pero, en la semana previa a la invasión, los restos de dos divisiones de panzers son enviadas a la zona de Arnhem, y el 15º Ejército del general Von Zangen, atrapado en el paso de Calais, es en buena parte liberado en una audaz evacuación y ubicado en Holanda. Cuando faltan pocos días para el 17 de septiembre (día D), los mandos aliados desprecian tercos informes de la Resistencia holandesa e incluso fotografías aéreas que demuestran la presencia de unidades blindadas en Arnhem.

La narración de la tremenda batalla que se inicia el 17 de septiembre supone un cambio de orientación con respecto a los primeros capítulos del libro. Si en ellos se nos describe la vanidad de los altos oficiales que ordenaron y planificaron Market Garden, ahora el protagonismo lo asume el valor con que los soldados afrontan la adversidad, particularmente los paracaidistas británicos. Aunque las fuerzas americanas logran alcanzar la mayoría de sus objetivos, la 1ª aerotransportada del general Urquhart sufre la ferocidad de la reacción alemana en la zona de Arnhem. Los blindados de Horrocks, que debían tardar 48 horas en llegar, a los 9 días se ven incapaces de lograrlo, hostigados por violentos contraataques alemanes, después de haber cruzado, con mucho retraso, el puente sobre el Waal en Nimega. Mientras tanto, la división británica es virtualmente destruida en Arnhem por las panzer alemanas y por los refuerzos que la aún eficiente logística de la Wermacht envía a toda prisa. Mención aparte merecen los sufrimientos de los habitantes de Arnhem y Oosterbeek, pacientemente recopilados por el autor, mediante testimonios directos, a lo largo de los siete años que tardó en preparar el libro.

La plasticidad con que Cornelius Ryan es capaz de describir la dureza de la lucha es constantemente complementada con anécdotas personales narradas al autor por los propios protagonistas, como la del comandante británico Taham-Warter , que incluso en medio de los combates no se separaba de su paraguas (y así se recogió en una de las escenas de la versión cinematográfica). O el teniente Pat Glover, el cual, tras haber saltado en paracaídas en compañía de su mascota, la gallina Myrtle, que murió, fue herido dos veces durante la batalla, una de ellas mientras se le transportaba al puesto de socorro. Glover enterró a Myrtle  en un bosquecillo con sus alas de paracaidista. También abundan los detalles de caballerosidad entre ambos bandos, sin que menguara por ello la crueldad de la lucha. Por ejemplo, se cuenta cómo, ante la avalancha de heridos de ambos bandos que se acumulaban en las posiciones británicas de la zona de Arnhem y Oosterbeek, ingleses y alemanes acordaron una tregua para que los heridos fueran trasladados a los puestos de socorro de los segundos. Como hemos señalado anteriormente, muchos de esos episodios son reproducidos en la película, pero es la conciencia de que se trata de hechos reales, que sólo el libro nos recuerda constantemente, lo que les da su capacidad de emocionar al lector.

La traducción del título no es afortunada. A bridge too far, que significa Un puente demasiado lejano, resulta tal vez menos poético que el sencillo Un puente lejano, pero mucho más certero y expresivo, porque resume en cuatro palabras la clave del fracaso militar de los aliados. Cuando los alemanes rechazan el ataque sobre Arnhem, todo lo que ingleses y americanos han logrado es un saliente hasta Nimega "que no conduce a ninguna parte" y que ha costado 17.000 bajas, entre muertos, heridos y desaparecidos, es decir, un número mayor al que se produjo durante el desembarco de Normandía. Las bajas alemanas superaron los 13.000 hombres. Se trató, ciertamente, de tomar un puente demasiado lejano.

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